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XXXII ENCUENTRO NACIONAL DE FORMADORES DE SEMINARIOS

La tarea formativa en una Iglesia Sinodal


Los Seminarios de Argentina vienen caminando juntos desde hace más de 32 años, en particular a través de los Encuentros Nacionales de Formadores. En esta larga historia es mucho lo que se viene trabajando para adecuar la institución del Seminario a las necesidades formativas de los jóvenes que ingresan en la actualidad, atendiendo a su vez a la problemática que expresan los neo presbíteros en el desarrollo de su ministerio. Pero si estos encuentros tienen una marca, una característica, es su clima de fraternidad y comunión que favorecen lazos de mutua colaboración, apoyo y amistad fraterna.

El pasado 30 de enero al 3 de febrero se realizó el 32º Encuentro Nacional de Formadores en la Arquidiócesis de San Juan de Cuyo, con la presencia de 70 formadores. Entre los que contamos al rector y un formador del Seminario Nacional de Paraguay, que muchas veces acompañan en un precioso gesto de búsqueda de formación y de comunión fraterna entre países hermanos. También estuvieron presentes los obispos de la Comisión Episcopal de Ministerios (CEMIN), Mons. Cesar Daniel Fernández (obispo de Jujuy), Mons. Ricardo Araya (obispo de Cruz del Eje) y Mons. Roberto Ferrari (obispo auxiliar de Tucumán), junto a uno de los obispos del lugar, Mons. Gustavo Larrazábal (obispo auxiliar de San Juan).

La animación y la iluminación del encuentro estuvieron a cargo de la Dra. Marcela Mazzini, miembro del equipo de la síntesis argentina del sínodo y delegada para la etapa continental, el Pbro. Doc Gerardo José Söding y el Pbro. Doc. Dario Vitali, éste último de modo virtual. Invitaron a reflexionar sobre la recepción del proceso sinodal, la autoridad y el poder como servicio, la sinodalidad como modo de ser y hacer Iglesia en Argentina.

La comunidad formativa del Seminario Arquidiocesano Nuestra Señora de Guadalupe y San José fue la anfitriona del encuentro. Particular mención merecen los seminaristas que con gran disponibilidad y espíritu de servicio ayudaron a sentir como en casa propia a todos los participantes.

La sinodalidad es el modo de ser de la Iglesia, es el caminar juntos de los discípulos del Camino, Jesús. Pero también significa reforzar los modos en que todos los regenerados en Cristo participamos en la edificación de la Iglesia, específicamente en la elaboración de las decisiones que tocan a la misión de todos.

La Iglesia desde su nacimiento no ha dejado nunca de trabajar por su propia reforma, es la consecuencia elemental de vivir movida por el Espíritu Santo. Trata de ajustarse a las exigencias del Evangelio en las problemáticas que se suscitan en cada tiempo. Desde el llamado Concilio de Jerusalén al Vaticano II, como cada Sínodo de obispos o cada encíclica de los Papas, son acontecimientos que responden a esta dinámica eclesial de renovación y reforma. Por otra parte, en cada momento histórico han surgido santos que, a modo de “levadura en la masa”, han sido verdaderos renovadores, como el santo cura Brochero, inspirando a ser más fieles al Evangelio. La Iglesia de nuestro tiempo nos propone, en orden a esta fidelidad, comprometernos con la sinodalidad. Podemos decir que para cada uno de nosotros la reforma de la Iglesia consiste en dejarnos reformar por la Santa Iglesia, que nos llama a “caminar juntos”. Nuestra conversión hoy tiene nombre de “sínodo”.

Los Seminarios o Casas de formación no deben ser ajenos a esta dinámica si quieren ser fieles al Espíritu y a su misión, por el contrario, deben empeñarse en vivir particularmente la sinodalidad como estilo, actitud, modo de ser y de obrar. De esto se trata “la tarea formativa en una Iglesia sinodal”.








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