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Toluca de Lerdo, EDOMEX, México

La Organización de Seminarios Latinoamericanos OSLAM y el Consejo Episcopal Latinoamericano CELAM, invitan al XLV Curso Latinoamericano para Formadores de Seminarios Mayores de América Latina y el Caribe, en la ciudad de Toluca de Lerdo, EDOMEX, México.


Dirección: Casa de la Sagrada Familia

C. Lago San Andrés 197,

El Seminario Primera Secc., 50170,

Toluca de Lerdo, EDOMEX


Clima a considerar:

La temperatura del mes de julio oscila entre los 26° (máxima) y 9° (mínima) con probabilidad de lluvias.


Curso de modalidad presencial.

Fecha del Curso: del 1 al 19 de julio de 2024. Llegada: domingo 30 de junio.


Los fines de semana los sacerdotes tendrán la posibilidad de convivir con familias de la Arquidiócesis de Toluca.


Los participantes deberán costear sus pasajes hasta la Casa de formación.

El costo de Curso incluye hospedaje, alimentación y formación: US$ 800.


Link de la inscripción: https://forms.gle/u8Qv62L9ph3LzFLK9


Expositores:





Mtra. Elisa Patricia Chávez Rosas

Química Farmacéutica Bióloga por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). (Mención honorífica) 1983.

Maestría en Pedagogía, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)

Otros estudios

  • Certificación Internacional como Practitioner en Programación Neurolingüística (PNL), Certified Practitioner of the Art of Neuro Linguistic Programming, Quantum Leap, John Grinder, 1998.

  • Certificación como Master en Programación Neurolingüística. Licensed Advanced Master Practitioner of NLP TM, con Richard Bandler, 2002

  • Nivel III Entrenadora de entrenadores en Aprendizaje Acelerado. Train the Trainers Level III Accelerated Learning del International Alliance for Learning (IAL). 2007

  • Certificada en la norma técnica de competencia laboral (NTCL) Conocer Diseño e impartición de cursos de capacitación, código NTCL: CRCH0542.02 nivel 4.

  • Registro en la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) para impartir cursos y talleres con valor a currículum.

Experiencia académica y de investigación.

  • Investigadora sobre temas de vanguardia en diversas áreas del aprendizaje, la pedagogía y la didáctica, y el desarrollo humano. Es autora de varios libros, textos, materiales didácticos.

  • Cumple 3 años y medio laborando como Asesora Pedagógica en el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). Delegación Regional para México, América Central y Cuba. En el CICR es responsable técnico del programa “Abriendo Espacios Humanitarios (AEH)”. Lleva a cabo funciones como el diseño, implementación y publicación de proyectos y de contenidos, impartición de cursos y formación de formadores. AEH es un programa que contribuye a generar en los alumnos, en los docentes y en la comunidad educativa, una conciencia y comportamientos humanitarios de respeto y protección a la vida y a la dignidad de la persona en contextos de violencia armada. En este programa colaboran el CICR, la Secretaría de Educación Guerrero, la Secretaría de Educación Chihuahua y la Cruz Roja Mexicana.

  • Profesora de la Dirección de Educación Continua DEC, de la Ibero, Universidad Iberoamericana (UIA). Maneja los talleres de: Aprendizaje Acelerado; Administración de las Emociones; Habil. del Pensamiento.

  • Capacitadora de la DEC Ibero CJF en el Diplomado en Fortalecimiento de la Memoria y Lectura Veloz. Ibero -Consejo de la Judicatura Federal. En tres módulos: Aprendizaje Acelerado, Memoria y PNL, 2009-2014.

  • Capacitadora externa CFE 2001 a 2014. Cerca de 3300 personas capacitadas en más de 160 talleres con alrededor de 49,537 horas/hombre totales de capacitación a lo largo de 14 años, a nivel nacional.

  • Co-Facilitadora de la primera Certificación Internacional en Aprendizaje Acelerado avalado por la Red Internacional para el Aprendizaje (RIA) y por la International Alliance for Learning (IAL), 2005 y 2006.

  • Conferencista Internacional en 5 Congresos del International Alliance for Learning en Washington, D.C. 2006, Atlanta, Ga., 2003 y 2005 y Houston, Tx., 2009 y 2010.

  • Coordinadora del Proyecto Escuela para Padres. SEP. Gobierno del Estado de Hidalgo 2003/2004.

  • Capacitadora certificada por Do it Internacional en Administración Efectiva del Tiempo, 2002-2004

  • Docente en enseñanza media superior. En el año 2000, recibió un reconocimiento de la UNAM, por 20 años de docencia en el Sistema Incorporado, DGIRE, UNAM.

Experiencia Laboral

  • Exponente en el XLIV Curso Latinoamericano para Formadores de Seminarios Mayores en la ciudad de Panamá de OSLAM. También ha sido exponente en Cursos de CEBITEPAL.

  • Actualmente labora como Asesora Pedagógica del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). En cooperación con las Secretarías de Educación de los estados de Guerrero y Chihuahua en programas para disminuir la violencia en programas de educación básica y media superior.

  • Instituto de Aprendizaje Acelerado IDEAA. Directora e Investigadora. Investigación, Diseño e Impartición proyectos de Capacitación y Desarrollo Humano en instituciones educativas y en empresas públicas y privadas. De marzo, 1999, a la fecha. Socia y Directora Académica de Press Top, SA de CV 1993-2015

  • Fundación “Educar para la Vida”. Miembro Honorario-Fundador, Directora del Comité de Educación, de 1997 al 2000.

  • Centro de Estudios Universitarios Londres. Directora General de Preparatoria y Directora Técnica, de diciembre 1996 a septiembre 2000.

Libros Publicados

“Metodología de la Investigación”. (Chávez Rosas, Lanz González, 2013). Editorial Esfinge.

“Amaneciendo en la Eternidad”, 2013, Editorial Press Top.

“Vender. Una aventura con final feliz”, 2011, Editorial Alfaomega.

“Aprender a Pensar”, 2009, Editorial Esfinge.

“SOS. Cáncer me alcanzó y lo superé”, 2008, Editorial Alfaomega.

“Abuelos Geniales” Claves para potenciar el resto de tu vida, 2006, Editorial Alfaomega.

“Desarrollo de Habilidades del Pensamiento”, 2005, Editorial Esfinge.

“Enseñanza y Capacitación. Un camino al Liderazgo”, 2004, Editorial Alfaomega.

“Hijos Geniales” 13 claves para potenciar la genialidad de sus hijos, 2001, Editorial Alfaomega.

Coordinadora-autora y capacitadora líder del material para Escuela para padres, del programa DIF-SEP del Estado de Hidalgo, con cuatro volúmenes: 1-Como estamos formando nuestra familia, 2-Armonía VS Violencia, 3-Prevención de Adicciones y 4-Adolescencia y sexualidad.


Pbro. Lic. Juan Pablo Dreidemie

Sacerdote diocesano de la Arquidiócesis de Mendoza, Argentina. Es Licenciado en Psicología por la Pontificia Universidad Gregoriana (Roma), en donde también ha cursado un diplomado en Protección de Menores. Es Rector del Seminario Arquidiocesano Nuestra Señora del Rosario; Miembro del Equipo Jeremías, dependiente de la Conferencia Episcopal Argentina, orientado a la promoción de la salud integral de los presbíteros; Miembro del Consejo Pastoral para la Protección de Niños, Niñas, Adolescentes y Adultos vulnerables de la Conferencia Episcopal Argentina; Miembro de la Comisión Arquidiocesana de Protección de Niños, Niñas, Adolescentes y Adultos vulnerables de la Arquidiócesis de Mendoza. Ha participado en recientes Cursos para Formadores y para Psicólogos que organiza OSLAM y CELAM.



Pbro. Rubén Barrón, O.D.

Los itinerarios formativos son una propuesta para el proyecto formativo integral de los seminarios diocesanos. Pretenden ofrecer un camino con pasos consecutivos para que los seminaristas lleguen a convertirse en sujetos de su propia formación. Desde el marco dado por las Normas Básicas para la Formación Sacerdotal, desarrolla el contenido que corresponde a cada una de las etapas formativas. Son un intento de definir los cómos del proceso formativo en el Seminario. Estos materiales establecen una estrcutura y unos contenidos que deberían ser completados y adaptados por el equipo formador.

En la Hermandad de Sacerdotes Operarios el padre Rubén Barrón ha participado en la elaboración de libros y material didáctico de Animación Vocacional para jóvenes, animadores vocacionales, formadores, acompañamiento psicológico y vocacional.

Ha sido exponente en recientes Cursos para Formadores que organiza OSLAM y CELAM.




Hoy vale la pena ser sacerdote

En el marco de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones el prefecto del Dicasterio para el Clero en el Vaticano, Cardenal Lázaro You Heung-sik, afirmó que hoy en día sigue valiendo la pena ser sacerdote, ya que “con el Señor nunca se pierde nada”.

En su sitio web, el Dicasterio para el Clero señala que “trata de todo lo que se refiere a los presbíteros y diáconos del clero diocesano” y “ofrece a los obispos la ayuda oportuna”.

“A pesar de todo, sigue valiendo la pena seguir al Señor por este camino, dejarse seducir por Él, entregar la vida por su designio”, señaló el purpurado coreano, en entrevista concedida al diario del Vaticano L’Osservatore Romano y recogida el18 de abril por Vatican News.

Tras resaltar el ejemplo de la Virgen María, que aceptó ser la Madre de Dios y de todos los hombres, el Cardenal exclamó: “Con el Señor, ¡nunca se pierde nada!”.


Un mensaje para los sacerdotes desanimados o heridos

El prefecto también envió un mensaje a todos los sacerdotes, especialmente a quienes están desanimados o heridos: “el Señor nunca rompe su promesa. Si Él los ha llamado, no les faltará la ternura de su amor, la luz del Espíritu, la alegría del corazón”.

“De muchas maneras Él se manifestará en tu vida de sacerdote. Me gustaría que esta esperanza llegara a los sacerdotes, diáconos y seminaristas de todo el mundo, para consolarlos y animarlos”.

“No estamos solos, ¡el Señor está siempre con nosotros! Y quiere que seamos felices”, subrayó.


2 líneas de acción para ayudar a los sacerdotes en dificultad

El cardenal coreano consideró que una primera línea o frente de acción para ayudar a los sacerdotes es “repensar nuestro modo de ser Iglesia y de vivir la misión cristiana, en la colaboración efectiva de todos los bautizados, porque los sacerdotes están muchas veces sobrecargados de trabajo”.

Los sacerdotes están aún “con las mismas tareas —no sólo pastorales, sino también jurídicas y administrativas— que hace muchos años, cuando eran numéricamente más”.

El segundo frente tiene que ver con la soledad y la vida en comunidad. “Aunque no esté llamado a la vida religiosa, debe redescubrir el valor sacramental de la fraternidad, de sentirse en casa en el presbiterio, junto con el obispo, sus hermanos sacerdotes y los fieles”.

Ante “las dificultades de hoy, esta pertenencia puede sostenerlo en el servicio pastoral y acompañarlo cuando la soledad se hace pesada”, agregó.

Sin embargo, “es necesaria una nueva mentalidad y nuevos caminos de formación, porque a menudo el sacerdote es educado para ser un líder solitario, un ‘hombre solo al mando’, y esto no es bueno”.


El discernimiento de la vocación para ser sacerdote

El purpurado recordó luego que la vocación es una llamada de amor para que toda persona sea feliz. En el caso del sacerdocio, el discernimiento resulta crucial y consiste en “el arte espiritual de comprender, con la gracia de Dios, lo que debemos elegir en nuestra vida”.

“El discernimiento sólo es posible a condición de que nos escuchemos a nosotros mismos y escuchemos la presencia de Dios en nosotros, superando la tentación tan actual de hacer coincidir nuestros sentimientos con la verdad absoluta”, remarcó.

La vocación se podrá reconocer, continuó el prefecto del Dicasterio para el Clero, “cuando ponemos en diálogo nuestros deseos profundos con la obra que la gracia de Dios realiza en nosotros”.

“Gracias a esta confrontación, la noche de las dudas y de los interrogantes se despeja poco a poco y el Señor nos hace comprender qué camino tomar”.


¿Cómo debe ser el sacerdote de hoy?

El prefecto del Dicasterio para el Clero explicó que “el mundo, la sociedad y la Iglesia necesitan sacerdotes profundamente humanos, cuyo rasgo espiritual se pueda resumir en el mismo estilo de Jesús: no una espiritualidad que nos separe de los demás o nos convierta en fríos maestros de una verdad abstracta, sino la capacidad de encarnar la cercanía de Dios a la humanidad, su amor por cada criatura, su compasión por cualquiera que esté marcado por las heridas de la vida”.

“Esto requiere personas que, aunque frágiles como todos los demás, en su fragilidad tengan suficiente madurez psicológica, serenidad interior y equilibrio emocional”, destacó el cardenal.

“Hay una gran necesidad de sacerdotes y laicos capaces de llevar a todos la alegría del Evangelio, como profecía de un mundo nuevo y brújula de orientación en el camino de la vida”, agregó el prefecto.

“Siempre se es discípulo, aunque se haya sido diácono, sacerdote u obispo durante muchos años. Y el discípulo siempre tiene algo que aprender del único Maestro que es Jesús”.


Mensaje para la 61 Jornada 2024

Llamados a sembrar la esperanza y a construir la paz


Queridos hermanos y hermanas:


Cada año la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones nos invita a considerar el precioso don de la llamada que el Señor nos dirige a cada uno de nosotros, su pueblo fiel en camino, para que podamos ser partícipes de su proyecto de amor y encarnar la belleza del Evangelio en los diversos estados de vida. Escuchar la llamada divina, lejos de ser un deber impuesto desde afuera, incluso en nombre de un ideal religioso, es, en cambio, el modo más seguro que tenemos para alimentar el deseo de felicidad que llevamos dentro. Nuestra vida se realiza y llega a su plenitud cuando descubrimos quiénes somos, cuáles son nuestras cualidades, en qué ámbitos podemos hacerlas fructificar, qué camino podemos recorrer para convertirnos en signos e instrumentos de amor, de acogida, de belleza y de paz, en los contextos donde cada uno vive.

Por eso, esta Jornada es siempre una hermosa ocasión para recordar con gratitud ante el Señor el compromiso fiel, cotidiano y a menudo escondido de aquellos que han abrazado una llamada que implica toda su vida. Pienso en las madres y en los padres que no anteponen sus propios intereses y no se dejan llevar por la corriente de un estilo superficial, sino que orientan su existencia, con amor y gratuidad, hacia el cuidado de las relaciones, abriéndose al don de la vida y poniéndose al servicio de los hijos y de su crecimiento. Pienso en los que llevan adelante su trabajo con entrega y espíritu de colaboración; en los que se comprometen, en diversos ámbitos y de distintas maneras, a construir un mundo más justo, una economía más solidaria, una política más equitativa, una sociedad más humana; en todos los hombres y las mujeres de buena voluntad que se desgastan por el bien común. Pienso en las personas consagradas, que ofrecen la propia existencia al Señor tanto en el silencio de la oración como en la acción apostólica, a veces en lugares de frontera y exclusión, sin escatimar energías, llevando adelante su carisma con creatividad y poniéndolo a disposición de aquellos que encuentran. Y pienso en quienes han acogido la llamada al sacerdocio ordenado y se dedican al anuncio del Evangelio, y ofrecen su propia vida, junto al Pan eucarístico, por los hermanos, sembrando esperanza y mostrando a todos la belleza del Reino de Dios.

A los jóvenes, especialmente a cuantos se sienten alejados o que desconfían de la Iglesia, quisiera decirles: déjense fascinar por Jesús, plantéenle sus inquietudes fundamentales. A través de las páginas del Evangelio, déjense inquietar por su presencia que siempre nos pone beneficiosamente en crisis. Él respeta nuestra libertad, más que nadie; no se impone, sino que se propone. Denle cabida y encontrarán la felicidad en su seguimiento y, si se los pide, en la entrega total a Él.


Un pueblo en camino

La polifonía de los carismas y de las vocaciones, que la comunidad cristiana reconoce y acompaña, nos ayuda a comprender plenamente nuestra identidad como cristianos. Como pueblo de Dios que camina por los senderos del mundo, animados por el Espíritu Santo e insertados como piedras vivas en el Cuerpo de Cristo, cada uno de nosotros se descubre como miembro de una gran familia, hijo del Padre y hermano y hermana de sus semejantes. No somos islas encerradas en sí mismas, sino que somos partes del todo. Por eso, la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones lleva impreso el sello de la sinodalidad: muchos son los carismas y estamos llamados a escucharnos mutuamente y a caminar juntos para descubrirlos y para discernir a qué nos llama el Espíritu para el bien de todos.

Además, en el presente momento histórico, el camino común nos conduce hacia el Año Jubilar del 2025. Caminamos como peregrinos de esperanza hacia el Año Santo para que, redescubriendo la propia vocación y poniendo en relación los diversos dones del Espíritu, seamos en el mundo portadores y testigos del anhelo de Jesús: que formemos una sola familia, unida en el amor de Dios y sólida en el vínculo de la caridad, del compartir y de la fraternidad.

Esta Jornada está dedicada a la oración para invocar del Padre, en particular, el don de vocaciones santas para la edificación de su Reino: «Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha» (Lc 10,2). Y la oración —lo sabemos— se hace más con la escucha que con palabras dirigidas a Dios. El Señor habla a nuestro corazón y quiere encontrarlo disponible, sincero y generoso. Su Palabra se ha hecho carne en Jesucristo, que nos revela y nos comunica plenamente la voluntad del Padre. En este año 2024, dedicado precisamente a la oración en preparación al Jubileo, estamos llamados a redescubrir el don inestimable de poder dialogar con el Señor, de corazón a corazón, convirtiéndonos en peregrinos de esperanza, porque «la oración es la primera fuerza de la esperanza. Mientras tú rezas la esperanza crece y avanza. Yo diría que la oración abre la puerta a la esperanza. La esperanza está ahí, pero con mi oración le abro la puerta» (Catequesis, 20 mayo 2020).


Peregrinos de esperanza y constructores de paz

Pero, ¿qué significa ser peregrinos? Quien comienza una peregrinación procura ante todo tener clara la meta, que lleva siempre en el corazón y en la mente. Pero, al mismo tiempo, para alcanzar ese objetivo es necesario concentrarse en la etapa presente, y para afrontarla se necesita estar ligeros, deshacerse de cargas inútiles, llevar consigo lo esencial y luchar cada día para que el cansancio, el miedo, la incertidumbre y las tinieblas no obstaculicen el camino iniciado. De este modo, ser peregrinos significa volver a empezar cada día, recomenzar siempre, recuperar el entusiasmo y la fuerza para recorrer las diferentes etapas del itinerario que, a pesar del cansancio y las dificultades, abren siempre ante nosotros horizontes nuevos y panoramas desconocidos.

El sentido de la peregrinación cristiana es precisamente este: nos ponemos en camino para descubrir el amor de Dios y, al mismo tiempo, para conocernos a nosotros mismos, a través de un viaje interior, siempre estimulado por la multiplicidad de las relaciones. Por lo tanto, somos peregrinos porque hemos sido llamados. Llamados a amar a Dios y a amarnos los unos a los otros. Así, nuestro caminar en esta tierra nunca se resuelve en un cansarse sin sentido o en un vagar sin rumbo; por el contrario, cada día, respondiendo a nuestra llamada, intentamos dar los pasos posibles hacia un mundo nuevo, donde se viva en paz, con justicia y amor. Somos peregrinos de esperanza porque tendemos hacia un futuro mejor y nos comprometemos en construirlo a lo largo del camino.

Este es, en definitiva, el propósito de toda vocación: llegar a ser hombres y mujeres de esperanza. Como individuos y como comunidad, en la variedad de los carismas y de los ministerios, todos estamos llamados a “darle cuerpo y corazón” a la esperanza del Evangelio en un mundo marcado por desafíos epocales: el avance amenazador de una tercera guerra mundial a pedazos; las multitudes de migrantes que huyen de sus tierras en busca de un futuro mejor; el aumento constante del número de pobres; el peligro de comprometer de modo irreversible la salud de nuestro planeta. Y a todo eso se agregan las dificultades que encontramos cotidianamente y que, a veces, amenazan con dejarnos en la resignación o el abatimiento.

En nuestro tiempo es, pues, decisivo que nosotros los cristianos cultivemos una mirada llena de esperanza, para poder trabajar de manera fructífera, respondiendo a la vocación que nos ha sido confiada, al servicio del Reino de Dios, Reino de amor, de justicia y de paz. Esta esperanza —nos asegura san Pablo— «no quedará defraudada» (Rm 5,5), porque se trata de la promesa que el Señor Jesús nos ha hecho de permanecer siempre con nosotros y de involucrarnos en la obra de redención que Él quiere realizar en el corazón de cada persona y en el “corazón” de la creación. Dicha esperanza encuentra su centro propulsor en la Resurrección de Cristo, que «entraña una fuerza de vida que ha penetrado el mundo. Donde parece que todo ha muerto, por todas partes vuelven a aparecer los brotes de la resurrección. Es una fuerza imparable. Verdad que muchas veces parece que Dios no existiera: vemos injusticias, maldades, indiferencias y crueldades que no ceden. Pero también es cierto que en medio de la oscuridad siempre comienza a brotar algo nuevo, que tarde o temprano produce un fruto» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 276). Incluso el apóstol Pablo afirma que «en esperanza» nosotros «estamos salvados» (Rm 8,24). La redención realizada en la Pascua da esperanza, una esperanza cierta, segura, con la que podemos afrontar los desafíos del presente.

Ser peregrinos de esperanza y constructores de paz significa, entonces, fundar la propia existencia en la roca de la resurrección de Cristo, sabiendo que cada compromiso contraído, en la vocación que hemos abrazado y llevamos adelante, no cae en saco roto. A pesar de los fracasos y los contratiempos, el bien que sembramos crece de manera silenciosa y nada puede separarnos de la meta conclusiva, que es el encuentro con Cristo y la alegría de vivir en fraternidad entre nosotros por toda la eternidad. Esta llamada final debemos anticiparla cada día, pues la relación de amor con Dios y con los hermanos y hermanas comienza a realizar desde ahora el proyecto de Dios, el sueño de la unidad, de la paz y de la fraternidad. ¡Que nadie se sienta excluido de esta llamada! Cada uno de nosotros, dentro de las propias posibilidades, en el específico estado de vida puede ser, con la ayuda del Espíritu Santo, sembrador de esperanza y de paz.


La valentía de involucrarse

Por todo esto les digo una vez más, como durante la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa: “Rise up! – ¡Levántense!”. Despertémonos del sueño, salgamos de la indiferencia, abramos las rejas de la prisión en la que tantas veces nos encerramos, para que cada uno de nosotros pueda descubrir la propia vocación en la Iglesia y en el mundo y se convierta en peregrino de esperanza y artífice de paz. Apasionémonos por la vida y comprometámonos en el cuidado amoroso de aquellos que están a nuestro lado y del ambiente donde vivimos. Se los repito: ¡tengan la valentía de involucrarse! Don Oreste Benzi, un infatigable apóstol de la caridad, siempre en favor de los últimos y de los indefensos, solía repetir que no hay nadie tan pobre que no tenga nada que dar, ni hay nadie tan rico que no tenga necesidad de algo que recibir.

Levantémonos, por tanto, y pongámonos en camino como peregrinos de esperanza, para que, como hizo María con santa Isabel, también nosotros llevemos anuncios de alegría, generaremos vida nueva y seamos artesanos de fraternidad y de paz.


Roma, San Juan de Letrán, 21 de abril de 2024, IV Domingo de Pascua.

FRANCISCO

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