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Atención psicológica en seminarios diocesanos

Carol Yesenia Baños Núñez



* que su visión sobre la psicología sea de una “herramienta a utilizar”.

* que comprendan cada uno de los aspectos de la madurez y en especial la madurez sacerdotal.

* bases sólidas para un mejor ser humano al servicio de Dios y la Iglesia.


Soy Carol Yesenia Baños Núñez, psicóloga del “Seminario Regional de la Costa Atlántica Juan XXIII”, ubicado en Salgar, muy cerca a Barranquilla, ciudad de la costa norte de Colombia. Aquí presto mis servicios desde el año 2007, poco más de 16 años ya; en los cuales, he trabajado con jóvenes desde la pastoral vocacional (antes del primer año de formación), hasta su síntesis vocacional (último año de formación académica), de manera individual, grupal, en valoraciones psicológicas, en orientación y atención terapéutica.

He tenido la dicha de presenciar diversos cursos formativos de la Organización de Seminarios de América latina y el Caribe “OSLAM” de los cuales me siento muy orgullosa y agradecida. El primero de ellos fue en el año 2019 en Bogotá, Colombia, el cual fue un curso taller de psicólogos de seminarios en el cual, el padre y psicólogo Sotero Domínguez Gómez, nos asesoró a un número grande de distintos psicólogos de Latinoamérica, con el tema “La colaboración de la psicología y del psicólogo en la formación sacerdotal”. Este curso en especial fue de gran bendición pues ha sido allí, donde muchos colegas, logramos dar a conocer nuestro trabajo y optimizarlo para el bien de nuestra labor con los futuros sacerdotes.

Luego en el año 2021 entre junio 28 y julio 2 estuve al tanto de una formación virtual a cargo del OSLAM, en la que también estuvo el padre Sotero Domínguez, reafirmando la importancia de la psicología en la formación sacerdotal, lo cual me hace sentir agradecida porque su conocimiento en esta profesión, da mayor claridad en el debido tratamiento psicoafectivo en cada uno de los seminarios sacerdotales. En los diversos días estuvieron también como ponentes Rubén Barrón, Monseñor Ricardo Araya y Monseñor Jorge Patrón Wong, hablando de la importancia del acompañamiento desde inicios del proceso, de la dimensión humana y del equipo de formadores. Todo esto, reforzando lo aprendido en la práctica laboral y en el curso taller del 2019.

En mi práctica de todo este tiempo he observado cómo se presentan obstáculos que impiden el desarrollo personal de los candidatos al sacerdocio, y el primero de ellos se observa en la familia, la cual si bien es cierto es un gran apoyo, puede convertirse en producto de una sociedad muy secular, la sociedad de hoy que no da importancia plena al seguimiento a Jesús y la iglesia como fuente de vida, alegría y gozo, ya que las propuestas de fe, son muy débiles en el ambiente familiar y los muchachos entonces van en contra corriente.

Otro obstáculo percibido es, en el desarrollo personal, debido a la influencia social, que intenta ejercer presión en la comparación y valoración con sujetos similares en edad, pares con quienes estudiaron y con ideas tales como el alcance de logro económico y laboral, como prioridad y única opción de ser exitoso en la vida.

También es importante destacar que las distintas heridas vividas en su infancia y no sanadas ocupan un lugar importante a trabajar en psicología, debido a que se convierten en piedra de tropiezo para su desarrollo personal.

Por todo lo anterior, psicólogos acompañantes de seminarios, tenemos el reto desde la pastoral vocacional, de acercarnos al joven y su familia, brindando la asesoría necesaria para disipar sus dudas, acerca del proceso formativo y que encuentren la grandeza del mismo en esta opción vocacional. Así que estos jóvenes comprendan la adecuada utilización de la herramienta psicológica en su proceso. En especial este reto, esta de manera trasversal en toda la formación. Desde sus inicios; El mío propio es en particular, con los seminaristas para que aprendan sobre psicología, los términos usados, las teorías planteadas, y cómo es el comportamiento humano, de esta manera en la atención individual, ellos comprenden más rápido y caen en cuenta de manera más segura, sobre lo señalado terapéuticamente o en orientación. Me preocupo mucho por esto, desde la etapa propedéutica para que su visión sobre la psicología sea de una “herramienta a utilizar” y no de una “persona que tenemos que evitar”: el psicólogo.

Teniendo en cuenta los avances de la tecnología y siendo esta bien utilizada en tiempo y espacio he querido también llegar a ellos por internet, por lo cual compartimos un grupo de una red social por medio de la cual nos comunicamos, bien sea para animar, trasmitir un mensaje o dejar un pensamiento que invite a la reflexión.

Es importante anotar que en tiempos de pandemia cuando estábamos en casa, estuve dispuesta, a un acompañamiento al otro lado de la línea o por medio de la virtualidad. Acompañe a los seminaristas en esa experiencia de miedo y soledad. Esto lo veo como algo innovador dentro del proceso por tanto no se concebía, ni en el seminario ni por mi parte, ver el trabajo psicológico desde esta perspectiva. Reconozco que para algunos funcionaba y otros requerían la presencialidad.

Por ultimo les comento que en esta experiencia tan maravillosa del trabajo psicológico en el seminario, he estado trabajando durante todos los años de formación, con cada uno de los seminaristas, llevando a que comprendan cada uno de los aspectos de la madurez y en especial la madurez sacerdotal, cada una de sus características y no, el simple hecho de describirlas, sino el ver, si en ellos aplican estos conceptos, si son capaces de experimentarlos en su vida.

De esta manera van introyectándolos y haciéndolos parte de su práctica diaria. Logrando que esta formación trascienda a otras personas, que ellos en un futuro logren dirigir. Se les trabaja la importancia de la objetividad, la autonomía, la capacidad de reflexión, el sentido del humor, la importancia de tener criterios definidos, también metas claras. Estas como bases intelectuales de la madurez. Luego se continúa con la madurez en la voluntad: y se evalúa cómo llevan su responsabilidad, la libertad bien entendida, la lealtad y seguridad en sí mismo. Si se perciben con capacidad para amar y logran tener una armonía afectiva y un adecuado sentido ético. Se les enseña mucho sobre la prudencia como recta razón en el obrar humano. También autoestima, identidad psicosexual y procesos de relación en cuanto a la dificultad para dar y recibir afecto.

Como ven, no son pocos los temas que se trabajan; es una labor ardua, pero que en compañía de padres formadores y directores espirituales que apoyan la atención psicológica, se logra dar al joven las bases sólidas para un mejor ser humano al servicio de Dios y la Iglesia.




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